lunes, 26 de octubre de 2009

¿Estaremos destinados a morder las ruedas?

El perro es un animal simple, leal, que con sus acciones ridículas nos llena de alegría. Por eso, quizás, es reconocido como el mejor amigo del hombre. Y como todo buen amigo trata de aconsejarnos. Descreo, por ejemplo, que el perro encuentre algún placer en perseguir autos y tratar de morderlos poniendo en riesgo su propia vida en esa demostración idiota. Con el tiempo me he dado cuenta de que ese noble animal no hace otra cosa que tratar de decirnos algo como: "Esto que hago no es más que lo que ustedes hacen todos los días, perseguir cosas inalcanzables que pueden pasarles por arriba dejándolos tirados a un costado del camino, ustedes también corren para nada y se les va la vida en ello".
Así como creo que no hay felicidad más auténtica que la de mi perra cuando le digo que va a salir a pasear también creo que no hay sabiduría más profunda que esa carrera desenfrenada tras un auto que en ese momento no es un auto, ni una cosa específica, ni un sueño, es tan solo una metáfora representada para aquellos que tengan ganas de entender.
Todo esto viene a explicar nuestra persistencia en repetir errores y en seguir encolumnados detrás de la misma basura que nos gobierna año tras año. No hablo de un gobierno determinado sino de una "clase política" que se ha hecho dueña de la ‘caja que domina voluntades’. ¡Benditos sean los pobres! proclaman desde las biblias hasta las plataformas políticas. Parece ser que de ellos será el reino de los cielos, así que de los beneficios de la tierra se pueden ir olvidando de una buena vez. Ya que estamos en plan de revelaciones, creo que es justo destacar que convertirse en un hijo de puta sólo es cuestión de oportunidades y de una cuestión interna de formación que permita o no esa metamorfosis. De tal forma que observamos como muchos líderes que dicen sostener una ideología la rinden con facilidad ante el primer fajo de billetes que llega a sus manos. Ser referente de un movimiento popular, por ejemplo, brinda una especie de "cuenta bancaria" compuesta por seres humanos, que se pueden exponer frente al poder de turno como fuerza de presión. La única forma de salir de pobre rápidamente, entonces, es ser un líder de la pobreza, esas ‘cabezas de ganado’ que logre juntar serán el primer patrimonio del líder, con ese número se sentará a negociar ante el Estado y empezará a saborear las mieles del propio poder que empieza a correr por sus venas. El ascenso, las oficinas, el aplauso, la arenga, el dinero que comienza a fluir, los acomodos, las concesiones, conforman un cóctel embriagador y adictivo. El líder social, gremial, piquetero o como quieran llamarlo, corre serio peligro de comenzar a transformarse en aquello que aparentemente combate. Su conducta se vuelve autoritaria y feroz, les da a los fieles y les niega a los desconfiados, se le presentan variadas oportunidades de "negocios" y ejerce la violencia para dominar y, por sobre todas las cosas, empieza a ADMINISTRAR. Aquí está la clave de toda dominación, el acceso a una CAJA y el reparto de sus frutos para lograr la obediencia y la sumisión. Comienza a hacer entonces aquello que tanto criticaba simplemente porque estaba fuera de su alcance.
La CAJA es el desvelo del poderoso y de todo el que quiera serlo. Luego el mundo es más sencillo y el poder nos desborda y nos empalaga. Los demás, los que no han tenido la viveza de acceder a la CAJA están condenados a estirar la mano para recibir la limosna. El líder se sentará en su nuevo sillón, se dormirá con el arrullo de las voces que gritan su nombre, se derretirá de placer con las personalidades que empiezan a poblar su agenda, las reuniones, las partidas presupuestarias, las obras que comenzará a desarrollar como un emperador magnánimo. Construirá casas donde cobijar a sus fieles pero se guardará la escritura para que nadie se atreva a torcer su rumbo. No olvidemos que el Poder es paranoico y ve enemigos en todas partes. Es verdad que no puedo imaginarme a Nerón o Atila acariciando a sus soldados y llenándolos de oro, históricamente la forma de sostener el liderazgo fue la mano de hierro y la amenaza permanente de perder los escasos beneficios "te doy algo, pero ese algo que te doy aún es mío y puedo quitártelo en cualquier momento".
La lucha es mentira, los partidos políticos son meros fantasmas, las ideologías se pudren bajo la tierra de un mundo que se alimenta de sus gusanos, todos nadamos en este mar incierto como cardúmenes que giran bruscamente y cambian de dirección más por reflejo que por decisión. "El vivo vive del sonso y el sonso de su trabajo" repetía un personaje de una vieja película argentina y es penosamente cierto. Están los que llegan, los que se pegan al lado de los que llegan y los que no llegan jamás.
No está de más decir que mi perra jamás corrió ningún auto.

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