No conforme con esto la momia egocéntrica de Mirtha Legrand sale a desgarrarse las lujosas vestiduras y a bañarse en champán y diamantes para olvidar el mal momento, con su discurso discriminador y fascista. Haría bien esa señora en no salir de su sarcófago para desenterrar su lengua anquilosada y déspota. Otra que tendría que cerrar la boca por el bien de su cintura y de nuestros oídos es la absolutamente estúpida Susana Giménez que habla de la Argentina mientras se llena los bolsillos y compra propiedades en Miami a costa de un público imbécil que la sigue aunque sea una débil mental que no ha hecho más que papeles de puta con Olmedo y Porcel, ese es todo su currículum para venir a dar lecciones de vida y de honestidad.
Y para rematar... el impresentable buitre televisivo de Jorge Rial, una marioneta falsa y acomodaticia, poco hombre, chusma de cuarta, traidor, ventajero, busca roña, patotero sin agallas, cagador, autoproclamado "periodista de espectáculos" cuando en verdad de periodista no tiene absolutamente nada, y que vive gracias al mismo público pelotudo que arranca la mañana con Crónica TV, sigue con Mirtha Legrand, merienda con la mugre de Intrusos, moja el pan en la bosta de Tinelli y remata con alguna dósis más de Crónica o con el viejo verde y pelotudo de Chiche Gelblung, y si es domingo termina el festín con la ballena descerebrada de Susana.
De eso se alimentan los zombies televisivos que ofician de espectadores en la Argentina y después salen a repetir como loritos imbéciles todo lo que opinaron esas "eminencias" como selecto grupo de pensadores nacionales. Ojalá algún día haya que estar calificado para que te abran el micrófono y las cámaras y que antes de vomitar una sarta de estupideces por lo menos tengan la decencia de reconocerse como parte del problema y no como mártires de un país que los amenaza permanentemente.
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